Desde inicios del pasado septiembre hemos venido asistiendo a la puesta de largo del llamado Plan S, suscrito hasta el momento por veinte agencias de investigación de diversos países y que plantea la obligatoriedad de que todas las investigaciones financiadas con sus fondos se publiquen en el modelo de acceso abierto (Open Access) a partir del año 2020. Este plan intenta dar respuesta a uno de los grandes problemas que rodean al sistema internacional de publicación académica, el control al que se ve sometido por parte de un pequeño grupo de grandes corporaciones editoriales, que obtienen exagerados beneficios a costa de las instituciones públicas. Se pretende que la obligatoriedad de publicar en open access acabe con el modelo de acceso por suscripción que sustenta el negocio editorial.
Estando de acuerdo con la preocupación e intencionalidad del Plan S, la alternativa que plantea dista mucho de ser una solución adecuada, y que los problemas que generará serán mucho más perniciosos que los que provoca el actual sistema. En primer lugar, la publicación en acceso abierto no supone el fin del modelo de negocio editorial en torno a la investigación científica. Hasta ahora, su base han sido los suscriptores que desean acceder a los trabajos publicados y, dentro de estos, los principales son las grandes instituciones universitarias y científicas que necesitan que sus profesionales tengan acceso inmediato a los últimos avances en sus disciplinas.
Leer "Los efectos perversos del acceso abierto en las publicaciones académicas", por Aníbal Mesa López. elpais.com
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